ele ce i ce i ce i!!!

diciembre 19, 2006

Hoy tuve una tremenda sorpresa, y todo gracias a "internerd".
Nos juntamos en msn con la Pino, Kanda, Pame brevis, Mena y Karen; todas ellas compañeras del liceo. Siglos que no veo a algunas y otras por el trabajo , tampoco las veo.

Fue demasiado genial, la Pame ta en Copiapó hace rato con su marido, ya tiene un hijo de 6 años y ta esperando otro bebé. La Evelyn Pino ta en Santiago, con un hijo tb de 2 años siete meses. Las demas estan aca en Concepción asi es que toy mas al día.

Tuvimos que alctualizarnos, contarnos lo que ha pasado en estos casi 8 años que no nos vemos. Desde el matrimonio de la Pame que no tabamos todas juntas.

Nos acordamos lo mucho que nos reiamos y lo bien que lo pasabamos en clases.

Quedamos de juntarnos la próxima semana. ojalá resulte.

Ya quiero verlas a todas y darles un abrazo bien grande!

En el día de la Secretaria, recuerdo mi primer trabajo en ese cargo

diciembre 01, 2006

Después de dos trabajos como administrativa en empresas automotrices, y después que en esta último fuera victima de las consecuencias de la estafa de mi jefa, busqué trabajo por primera vez a través del diario.

Hacía un mes que había nacido la Feña, y yo no había quedado tan mal estéticamente, pero todavía tenía problemas para cerrar la blusa. Equipada con muchos parches absorbentes salí a mis entrevistas. Afortunadamente en la tarde de ese mismo día me llamaron para comenzar a trabajar.

Así llegué un día frío de junio a trabajar a una conocida funeraria de Concepción. (aunque después de 9 meses lo que menos quería escuchar era la palabra entierro!). en la oficina estaba “la dueña”, una señora mayor con la misma desagradable voz de la Lucia Hiriart, además de fea y chica la vieja, al final no sabía si me dolían mas los ojos o los oídos cuando estaba al lado de ella. Al lado en una especie de módulo estaba una de las secretarías (porque eran 3). La mina era morena, de ese moreno ceniza, como decía mi amiga Mónica, con cuellito de almeja y vestida de riguroso azul marino. Caminaba siempre mirando pa abajo y tenia como expresión de que le apretaban los zapatos. Cuando se presentó yo casi me hago pipí, cuando me dice que se llama Luz!

La otra secretaria era como la shora, patúa, wena pal carrete y era o había sido polola de casi todos los choferes.

Ahí todos me decían “la niña” : “que la niña vea eso” , “la niña revisó eso”, “la niña esta en la otra oficina”…hasta que en mi tercer día de trabajo dijeron : “quien va ir al café?”…..”QUE LA NIÑA VAYA”.

Como yo ya casi respondía a ese, mi nuevo nombre dije “donde tengo que ir?”. Así es que ahí me dieron la instrucción de ir a la casa de la dueña al lado a buscar unas cosas para “el café”. Diligente partí a cumplir misión. Llegué a la casa y la nana me dice que espere, pero mi cara de pregunta fue notoria cuando ella me pasó un canasto de mimbre y dos termos.

Me pareció poco fino, pero considerablemente amable la preocupación de los jefes en repartir café a sus trabajadores. Yo con el usual diente de las 10:30, hasta pensé que había galletitas en el canasto. Llegué toda contenta a la oficina con mi termo y canasto cual Dorothy por el camino amarillo!, pero ahí me di cuenta que la aventura seguía.

Me dijeron: “el Ramírez la va a llevar”. Así es que el chofer me indicó la camioneta y partimos no se pa’ donde. En el camino pensaba con el termo en la mano, que nos dirigíamos a la otra sucursal a dejar esas cosas… pero noooo… esto recien comenzaba!

Cuando en el camino veo que seguimos de largo por la sucursal que esta frente al hospital regional y el chofer me dice (como si yo cachara de que hablaba) serio: “vamos a ir primero a la San José”, refiriéndose a una de las iglesias que estan en el centro. Ahí comenzaron mis preguntas…para que?... porque?...cómo?....queeeeeeee?


Ramírez, que era chofer de una de las carrozas me explicaba con tono de programa infantil que lo que haríamo sería repartir café en los velorios donde habína vendido urnas.

Noooooooo, ahí lancé mi último y estruendoso QUEEEEEEEEEE!!!

Eso lo explicaba todo. Los dos termos con café, el canasto, que por supuesto no tenía galletas, sino que servilletas y vasitos de plumavit impresos con el nombre de la institución!

No lo podía creer, en mis cortos 18 años de vida había visto a un solo muerto, había ido LA vez al cementerio y definitivamente no era una situación que me acomodara!

Repartir cafés delante de un muerto lo encontraba atroz, que terrible, que vergüenza, que decir, que hacer, cómo entrar, que .. “que?, no te creo Ramírez!”.

Cuando ya caché que no había vuelta y que tenía que conservar el trabajo, caché que un gran detalle era mi vestimenta, vestía mini negra, con pantys y zapatos del mismo color, blusa y una chaqueta rojo italiano intenso, con mi pelo rizado suelto, osea pinta pa un velorio no era!. Me faltaba el puro sombrero, guantes y lentes de sol, pa ser esas viudas italianas, pero no!, estábamos en concepción y estaba en la puerta del primer salón velatorio que me tocó “atender”.

Entré y la verdad no sabía si sonreír pa caer en gracia o ponerme a llorar pa hacer causa común!, así es que al final no hice nada y por primera vez practiqué una nueva cara…la sin expresión.

Dispuse la bandeja, servilletas y vasitos marcados con el logo y les iba echando café con el sifón del termo, pero como soy pastel, cuando estaba en el último vasito se me dio vuelta la bandeja! y quedó la mansa crema, capturando por supuesto la atención de todo el salón, así es que todo de nuevo.

Ya con la bandeja lista, pasé entre las sillas de los dolientes, siempre esquivando olímpicamente la urna. Así pasaba mínimo por 6 capillas en el día.

Pasadas las semanas ya con mi nuevo look, falda mas larga y colores azul, verde o negro, obligados por la vieja con voz de pito, ni me inmutaba con los velorios y me peleaba por ir a repartir café pa salir un rato de la oficina y fumar unos wenos puchos con café del termo con el Ramírez.

A los dos meses me trasladaron a la sucursal frente al hospital, esta vez a vender las urnas, así es que me convertí en una “jote”. Me hice amiga de los guardias del hospital y ellos me mandaban clientes a cambio del préstamo del hervidor en la mañana y en la tarde.

Pasaron unos meses y la vieja chica con voz de pito cada vez me exigía cosas mas estúpidas, así es que por salud mental y física, ya que cada vez me estaba pareciendo mas a la Luz, de la que me reía tanto, así es que renuncié… y a comprar el diario de nuevo!